El concepto de gaucho tiene distintas acepciones según el autor que lo aborde y el momento histórico del que se trate. En los lejanos tiempos de la Colonia, fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, de acuerdo con la explicación de Miguez, se lo definía de un modo despectivo: ” unas décadas antes de la Revolución de Mayo, el término “ gauderio” o “ gaucho” se utilizaba en ambas márgenes del Plata para denominar al hombre vagabundo, dedicado a actividades marginales- robo de ganado, comercio ilegal de cueros, caza de animales salvajes-, que deambula libremente por la campaña…”..,un tipo social especial y condenable desde el punto de vista de la autoridad…( Miguez, 2005: 18)
Ya en la segunda mitad del siglo XIX, Lucio Mansilla hace referencia a lo que él denomina “paisano gaucho”, refiriéndose al trabajador rural o pequeño productor que vive de su trabajo en el campo, normalmente acompañado de su familia que colabora con él. Se va afirmando así, a medida que avanza el siglo XIX , dentro de una serie de escritores que incluye al mismo Sarmiento, el concepto más amplio del término para denominar a cualquier habitante rural. ( Miguez, 2005: 21).
En lo que respecta a la literatura gauchesca hay un profundo reconocimiento al gaucho como hombre de trabajo, sacrificado, leal, respetuoso y portador de las más valiosas tradiciones del hombre de campo. El ejemplo más representativo de esa mirada probablemente sea la obra de Ricardo Güiraldes, Don Segundo Sombra, que enaltece y destaca las virtudes morales del gaucho argentino
Sin embargo, la mirada institucional era muy diferente.
Dentro del contexto social y político del siglo XIX, la Ley de Leva o de vagos, como también se la denominó, partía de una concepción del gaucho como el elemento haragán y pendenciero que depredaba al ganado y vagaba por las tierras que pertenecían a los propietarios de saladeros y grandes estancias. Es de hacer notar que esta ley fue impulsada por Urquiza en 1860 y que tanto él como Rosas eran los mayores propietarios de saladeros y grandes estancias de su época.
Sin embargo, por aquellos tiempos, los terratenientes se enfrentaban a dos situaciones problemáticas: por un lado, la presencia de los indígenas y, por el otro, la falta de mano de obra para el trabajo en las estancias y de soldados para la lucha contra los indios que asolaban sus propiedades y su ganado. Es dentro de ese contexto que se expresa la necesidad de incorporar al gauchaje al sistema capitalista, a la vez que promover la expulsión de los indígenas de los territorios que ocupaban, con el establecimiento de una línea de fortines.
A partir de aquella ley se apuntaba a “ combatir el nomadismo, el vagabundeo y la delincuencia rural estableciendo que todo varón entre 18 y 40 años que no tuviera propiedad, careciera de domicilio fijo, que no pudiera demostrar ocupación alguna, sería detenido, puesto a disposición de las autoridades y destinado al desarrollo de obras públicas o a cumplir servicio militar en la frontera con el indio”
Los gauchos podían demostrar su ocupación a través de un documento, denominado papeleta de conchabo, emitido por el patrón y que certificaba su relación de dependencia. Esto implicaba que, en el caso de no estar bajo la protección de un patrón, el gaucho resultaba indefenso ante las arbitrariedades de un reclutamiento forzoso.
Intelectuales, politicos y muchas veces los mismos hacendados, reconocían las terribles consecuencias que tenía para la población y la economía de la campaña, el peso de las forzadas levas en la frontera que, arrancando al gaucho de su medio natural y contexto social, lo empujaba hacia un camino sin retorno que derivaba en la marginalidad.
Miguez lo explica de esta manera:
“…en tanto que los funcionarios de Estado, cada vez que requerían hombres para hacer frente a una ola de malones o a un conflicto civil, o, incluso para la propia Campaña al Desierto de 1878, no podían menos que recurrir al Viejo expediente de movilizar arbitrariamente a la población rural.”( Miguez, 2005: 47)
El Código Rural de la Provincia de Buenos Aires, redactado en 1865 por Valentín Alsina, retomó muchas de las disposiciones de la Ley de Leva. Para su redacción se constituyó una comisión de hacendados. De acuerdo con dicha ley, el gaucho era incorporado obligatoriamente al mercado de trabajo y a la función de soldado. La ley establecía que los soldados debían ser recompensados con la paga de un salario. Dicha paga nunca llegaba y cuando lo hacía el destinatario había sido muerto en combate.
Beatriz Sarlo aporta su punto de vista.
“Los gauchos, clase social relegada y denigrada por los sucesivos gobiernos, que habían sido carne de cañón durante la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay (1865-1870) se convertían así en ícono de la argentinidad. Sin embargo, así como la apertura a la inmigración no atrajo a los inmigrantes de Europa del norte como esperaban sus ideólogos, la construcción discursiva del gaucho Martín Fierro como prototipo nacional tuvo su consecuencia no deseada cuando los anarquistas vieron en este gaucho a un rebelde…” (Sarlo, 1995)
“El Gaucho Martin Fierro” de José Hernández se publicó en 1872 y narra el carácter independiente, heroico y sacrificado del gaucho. Desde el punto de vista político, la obra literaria se sumerge en su protesta en contra de las tendencias europeas y modernas del presidente argentino Sarmiento. Martín Fierro, su personaje central, luego de haber sido reclutado por la fuerza, desterrado de su familia y hogar, empujado en contra de su voluntad hacia la barbarie, terminó, como no podía ser de otra manera, cayendo en la marginalidad luego de haber desertado. Esa pérdida de valores derivó en una completa ruptura con la “civilización”. En ese peregrinaje violento termina asesinando a un “moreno”, al que provoca sin razones que lo justificaran. Continúa enfrentándose con la policía y finalmente excluyéndose totalmente de la sociedad premoderna de la Argentina de entonces, para irse a vivir con los indios mapuches en la pampa.
…”El gaucho Martin Fierro, fue parte de un conjunto de obras que reivindican al poblador y a las costumbres rurales, en el momento que se cierra la forma de vida tradicional de la población , a partir del crecimiento económico, la modernización agraria y la inmigración masiva.; el gaucho se transforma en un modelo para la Nueva Nación….” ( Miguez, 2005: 22)
Sin embargo, no es la única obra hija de su época. Una revisión de la prensa, la literatura y la ensayística de la época ponen en evidencia que, hacia fines de los años sesenta y comienzos de los setenta del Siglo XIX, existen numerosos testimonios que promueven la denuncia de esta persecución sobre los trabajadores rurales, provocando una injusta transformación de la población rural en milicianos de la frontera. Era ya un lugar común someter a los gauchos a un destino de salvaje violencia que no habían elegido por vocación propia, y por lo cual, serían después injustamente asociados a la barbarie de la época.
“La vuelta de Martín Fierro” se publica en 1879 y constituye la secuela de El Gaucho Martín Fierro, escrito en 1872. En esta oportunidad, Martín Fierro, quien se había mostrado rebelde en la primera parte y convertido en gaucho matrero (fuera de la ley), aparece más reflexivo y moderado, a la vez que el libro se vuelca a la historia de sus hijos.
En esta segunda parte, Martín Fierro parece revalorizar una sociedad en transformación (en ese momento el país iniciaba su modernización capitalista y un proceso migratorio masivo), muestra superación de su rebeldía rupturista y se orienta hacia el futuro de sus hijos.
En ese mensaje final, de los consejos de Martín Fierro a sus hijos, probablemente José Hernández quiso dejarnos un legado para la construcción de la argentinidad que trasciende las generaciones y llega con destacable vigencia hasta nuestros días.
Doctora Mariana Colotta.
Decana de la Facultad de Ciencias Sociales (USAL) Licenciada en Sociología (USAL) Especialista en Metodología de la Investigación Científica (UNLA) y Doctora en Ciencia Política (USAL). Es Especialista en Gestión Universitaria por la Organización Universitaria Interamericana (OUI). Consultora, investigadora, escritora, docente. mcolotta@hotmail.com