“Existe un mundo olvidado, principalmente en los países más pobres, que es aproximadamente la mitad de la población mundial, para los que el hambre es un compañero de todos los días y el temor de más hambre es una amenaza continua y permanente”. Norman Bourlaug.
Le dedicamos este espacio y lo tenemos presente en cada uno de nuestros actos por habernos enseñado el camino, los ideales y los valores que son la razón de ser de nuestro trabajo.
Ingeniero Agrónomo diplomado en Ciencias Forestales en la Universidad de Minessota, genetista, fitopatólogo, es considerado el padre de la agricultura moderna .
Borlaug nació el 25 de marzo de 1914 y fue criado en la granja de sus abuelos, emigrantes noruegos y pequeños agricultores radicados en un rancho de 34 hectáreas en Iowa, Estados Unidos.
Por sus trabajos en mejoramiento de trigos recibió el Premio Nobel de la Paz y se lo considera el autor de “la revolución verde” y también “el hombre que salvó mil millones de vidas”.
En 1945, a la edad de 31 años se fue al valle del Yaqui, en el Desierto de Sonora, México. En este ambiente árido, que otros ignoran, dónde todo es más difícil y el desafío es mayúsculo, se instaló para trabajar en el mejoramiento del trigo, principalmente enfocado en el control de la roya que atacaba a los trigales mejicanos.
Los resultados logrados superaron la más optimista de las expectativas y luego de alcanzar la autosuficiencia de la producción de trigo en México, Borlaug y su equipo de científicos se focalizaron en un importante objetivo que tuvo una gran trascendencia internacional: el desarrollo de variedades enanas de trigo. Estas variedades demostraron ser resistentes al vuelco, de altísimos rendimientos, gran adaptación a climas áridos y de excelente calidad industrial.
México incrementó notablemente su producción, que luego se hizo extensiva a otros países como India y Pakistán, que venían de sufrir grandes hambrunas. De esta forma pudieron disponer de mayores volúmenes de harina para sus panes. Esta conquista se hizo extensiva, además, a Turquía, Túnez, España, Argentina y China entre otros países.
Se considera a Borlaug el responsable de que hubiera tantas personas en el mundo que pudieran recibir una razonable cantidad de alimento como nunca antes en la historia. En reconocimiento a ello le fue concedido el Premio Nobel de la Paz.
Sus trabajos se continúan desarrollando, hoy en día, en Ciudad Obregón, Sonora, en el el Centro Internacional de Maíz y Trigo (CIMMYT) con un equipo de profesionales y científicos formados en su entorno, donde convergen técnicos de todo el mundo para ponerse al día de sus avances.
En 1986 comenzó a trabajar en África para promover la agricultura sustentable de los pequeños agricultores del África Subsahariana. Presentó el resultado de sus trabajos en México, ante más de 300 expertos agrícolas internacionales y les dejó a ellos un legado: “África es la asignatura pendiente en nuestra lucha contra la desnutrición y la pobreza”. Era marzo de 2009 y Borlaug tenía 95 años. A los pocos meses murió en su finca de Dallas el 12 de setiembre de 2009.
A pesar de lo avanzado de su edad, la noticia de su muerte sorprendió, incluso, a sus más cercanos amigos y colaboradores, como si la intensa actividad que lo caracterizaba y que irradiaba hacia todos los que lo acompañaban le diera una condición de indoblegable. Sólo la invasiva malicia de un linfoma pudo poner punto final a su vida.